Una semana de exámenes finales de diciembre en Lima .Las noches son heladas y culposas aunque es verano; en las mañanas una niebla espesa lo difumina todo, incluso mi esperanza de que te veré pronto; las horas y los días pasan con una lentitud, exasperante, como si uno estuviese privado de su libertad, confinado en una cárcel de techo gris, de la que siempre quisimos escapar y a la que acabamos volviendo resignadamente, porque no queda más remedio.
Me siento en una esquina, los pies al lado de la soledad, y veo a lo lejos a mi bellísima guitarra y una aparente felicidad que le da sentido a todo, Me he quedado en Lima con el espíritu avinagrado, soportando de mala gana la niebla, pero esperándote, mirando mi conmovedora idiotez